Saturday, August 18, 2007

 

Erradicación de plantíos y combate al narcotráfico

El problema del tráfico de estupefacientes, psicotrópicos o narcóticos, registra antecedentes en Sinaloa desde fines del siglo XIX. Luis Astorga afirma que el opio producido en el estado en esa época siguió la misma ruta que otros productos agrícolas, es decir, hasta Arizona y California, por vía de las ciudades de Nogales, Mexicali y Tijuana.

El Cuaderno de Evaluación y Seguimiento del Programa Nacional sobre Control de Drogas en México 1989-1994, consideraba a Sinaloa como el principal productor de marihuana. Esta situación se mantuvo en el Programa Nacional para el Control de Drogas 2001-2006.

De acuerdo con ambos documentos, el comportamiento de la erradicación de marihuana en Sinaloa indica que nueve municipios concentran el 96% de la superficie erradicada en el estado: Badiraguato, Concordia, Culiacán, Choix, Mazatlán, Mocorito, San Ignacio, Sinaloa y Cósala.

La SEDENA, en la Campaña Permanente contra el Narcotráfico ha realizado diversos operativos: Candado, Sellamiento, Bloqueo, México Seguro, y en conjunto con la PGR, las Operaciones Libélula para la erradicación de cultivos, utilizando helicópteros que fumigan los cultivos con el herbicida paraquat. Desde el 7 de enero de 2007 se inició el operativo Sierra Madre en la zona en que colindan Sinaloa, Chihuahua y Durango, misma que se conoce como triángulo dorado.

El operativo Sierra Madre resulta de la coordinación de esfuerzos del gobierno federal y significa el envío de 9 mil elementos, 40 aviones y 20 helicópteros. Al 20 de enero se habían realizado 169 operaciones, instalado 119 bases y destruido 4923 plantíos de marihuana. Lo anterior significa un promedio de 379 plantíos erradicados diariamente, inferior a los 780 plantíos de marihuana destruidos por día en promedio durante el periodo 1994-1998, según el Programa Nacional para el Control de Drogas 1995-2000.

Los datos revelan que las estrategias implementadas para el combate al narcotráfico son fundamentalmente de naturaleza reactiva, es decir, la intervención de las autoridades inicia como reacción a la existencia del narcotráfico. Esto se confirma en los sitios web de PGR y SEDENA, cuando afirman que el gobierno de México ha adoptado como formas de combate al narcotráfico: 1) erradicación de cultivos ilícitos, 2) intercepción de estupefacientes y precursores químicos, y 3) combate al crimen organizado.

Las limitaciones de una estrategia gubernamental que sólo se activa cuando el delito ya se cometió quedan de manifiesto en el cuestionario que la Junta de Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) espera que los países afiliados a la ONU respondan antes del 31 de marzo de 2007; y en el cual se incluyen las siguientes preguntas:

• ¿Existe una política nacional de reducción de la demanda [de drogas]?
• ¿Incluye medidas para reducir los daños que acarrea el uso indebido de drogas?
• ¿Incluye medidas para prevenir el uso indebido?
• ¿Incluye medidas para fortalecer el tratamiento por drogodependencia?
• ¿Existe una política nacional de reducción de la oferta? En caso afirmativo, ¿cuáles de las siguientes esferas de reducción de la oferta abarca? Marque las casillas que correspondan. 0Lucha contra el tráfico de drogas 0Erradicación de cultivos ilícitos 0Lucha contra la fabricación ilícita de drogas 0Fortalecimiento de la cooperación internacional 0Aplicación de sanciones adecuadas para los delitos relacionados con las drogas 0Otras.

En su Informe Anual 2006 la JIFE hace la siguiente consideración: “Países de diversas regiones se ven afectados por el cultivo ilícito de la planta cannabis. La Junta recomienda que los gobiernos interesados apliquen, además de las medidas de erradicación, programas de desarrollo alternativo legítimo” (página 95).

En otras palabras, no es suficiente erradicar plantíos para combatir el tráfico de narcóticos. Es necesario también atender el problema de salud de los consumidores de drogas, prevenir el incremento de la demanda, fiscalizar el impacto y las estructuras económicas del delito, así como ofrecer alternativas de desarrollo digno a las comunidades cuyo entorno se verá afectado por las acciones gubernamentales.

Fragmentar los esfuerzos y evitar que se coordinen es facilitar la labor de los delincuentes. Se necesita una visión mucho más amplia e incluyente para enfrentar el problema que significan las drogas. Y dicha visión no puede encontrarse en el deseo de castigar que motiva la creación de leyes penales. Ésta es una cuestión que rebasa a políticos y abogados, más bien nos incumbe a todos.

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