Friday, July 26, 2013
ESPÍA vs espía
Cartón de Rapé publicado originalmente en Milenio el 20-VI-2013
Mira paisano, hay de secretos a
secretos. Una cosa es que no quieras que nadie sepa que en la secundaria te
decían “El Tololoche”, por grandote y panzón, y otra muy distinta es que
busques proteger los datos de ubicación de los miembros de tu familia o la
información relativa a los estados financieros de tus negocios.
Como quiera que sea, nunca falta el
chismoso que quiere enterarse de todos los sórdidos detalles de la vida de una
persona. Son gente sumamente molesta, indiscreta e imprudente, pero todos
acudimos a ellos cuando queremos degustar un buen mitote. Claro que hay otros
que no se conforman con las cosas que van escuchando y le buscan por otros
lados.
Este afán por enterarnos de lo que hacen
los demás pasa por los dispositivos tecnológicos de escucha, como los plantados
en las oficinas de Malova para grabar las conversaciones que se dieron a
conocer en el video enviado a Río Doce. Y también por las quejas de Luis
Domingo, que nos reclamó al Cani y a mí por preferir platicar al interior del
Café Miró, ya que el alboroto de las señoras no le permitía enterarse de lo que
decíamos, ni con toda la sofisticación de los aparatos para escuchas a
distancia.
Claro que los más avezados en el
espionaje son los gobiernos de los países desarrollados. KGB, CIA, Stasi, son
nomenclaturas tan famosas como el 007. Pero, el rey indiscutible del espionaje
desde el fin de la Segunda Guerra Mundial es el gobierno de los EE.UU. Y su
nueva estrella ya no es una dependencia o un individuo, sino un programa
cibernético, PRISM.
PRISM se encarga de vigilar a los
usuarios de los servicios de correo electrónico, chats, redes sociales,
intercambio electrónico de archivos de video y fotografía, todas ellas
realizadas mediante conexiones a internet. Para ello, las empresas proveedoras
de estos servicios “se incorporaron” al programa. Primero fue Microsoft en 2007
y le siguieron Yahoo, Google, Facebook, Pal Talk, You Tube, Skype, AOL y Apple.
Tal vez pienses paisano que eso es cosa
de gringos y que tu información, archivos y conversaciones están a salvo, pues
tú no vives en Estados Unidos. Piénsalo de nuevo. Casi toda la información que
viaja en la red pasa por USA. ¿Por qué? Pues porque en informática un correo
electrónico, por ejemplo, no toma la ruta físicamente más corta para llegar a
su destinatario, sino la más barata. Así las cosas, el tráfico entre los EE.UU
y Canadá con Europa es de 4972 gigabits por segundo, mientras que con
Latinoamérica es de 2946 gigabits por segundo. Un megabit equivale a mil
millones de bits. O sea, un mundo de datos.
A esto hay que sumar la reciente
confesión de que el Departamento de Justicia norteamericano, en forma secreta,
había solicitado judicialmente acceso a las líneas telefónicas de ciertos
medios de comunicación como The Associated Press. Pero también las revelaciones
donde se dio a conocer que el gobierno de EE.UU. espiaba a otros países,
incluidos sus aliados como México.
Esta última información, así como la
existencia de PRISM, fueron reveladas por Edward Snowden, exconsultor de la
Agencia de Seguridad Nacional norteamericana. Descubierto, el Gran Espía ha
acusado al pequeño espía de traición y ha desatado una ofensiva política para obligar
a los países a los cuales Snowden se trasladó (la China de Hong Kong y Rusia)
para que lo entreguen. Con ello repite la estrategia seguida en casos similares
como los de Bradley Manning y Julian Assange.
Desde el punto de vista legal, es claro
que dar a conocer información secreta a la cual se accede en virtud del trabajo
que uno presta confidencialmente a una dependencia de gobierno, puede
constituir el delito de revelación de secretos o espionaje. Desde el punto de
vista moral la cuestión es otra. ¿Cómo pensar que es congruente el pedir a otro
que no actúe en la misma forma en que yo lo hago?
Habrá quien diga que el gobierno
norteamericano espía en nombre de la seguridad nacional, como también existe
quien afirma que Snowden hizo sus revelaciones en nombre del derecho a la
privacidad. ¿Qué es más valioso? ¿El Estado o el individuo? ¿La seguridad o la
libertad?
Si me preguntas a mí, te diré que el
Estado no tiene derecho a avasallar a los ciudadanos a título de querer
protegerlos. No puede reducir los espacios de ejercicio de los derechos humanos
so pretexto de que limitan su capacidad de acción en materia de seguridad. Pero
ese soy yo.
Si Snowden llega a ser enjuiciado por
las autoridades estadounidenses podrá alegar, como lo hizo Bertrand Russell,
una objeción de conciencia y con ello revivir el debate sobre la existencia del
derecho de los ciudadanos a desobedecer las leyes inmorales, o bien, si el
Estado puede imponer el cumplimiento de una ley que pasa por encima de mis
principios éticos. ¿Qué tan filósofo te sientes paisano?
Labels: Bradley Manning, CIA, Edward Snowden, Espía, Espionaje, Julian Assange, KGB, PRISM