Monday, October 29, 2012

 

Reciclando ideas: la Fiscalía General

En la sesión del martes 23 de octubre pasado, el grupo parlamentario del PAN en la Cámara de Diputados presentó una iniciativa de reforma constitucional, con el objeto de dar autonomía al Ministerio Público de la Federación y cambiar la denominación del órgano administrativo en el cual se integra y convertirse de Procuraduría General de la República en Fiscalía General. La idea es todo menos novedosa. El 29 de marzo de 2004, el Presidente de la República, Vicente Fox Quezada, firmó la Iniciativa de Reforma Estructural del Sistema de Justicia Penal Mexicano. Entre las modificaciones propuestas destacaba la transformación de la Procuraduría General de la República en Fiscalía General de la Federación. Esta iniciativa no prosperó. La justificación es impecable. El nuevo sistema de enjuiciamiento penal de naturaleza adversarial, acusatoria y oral, requiere que el omnipotente Ministerio Público se reduzca y conduzca como una parte más durante el proceso criminal. El cómo se va a instrumentar es otra cosa y no siempre existen coincidencias en torno a él. Hay quienes proponen que los Fiscales se dediquen exclusivamente a llevar juicios y que dejen las investigaciones en manos de los policías. En sentido contrario se expresan quienes ponen el grito en el cielo al pensar que nuestros policías actúen sin el control de los agentes del Ministerio Público. Y terciando entre estas posturas, existen quienes promueven la diferenciación de policías, órgano investigador y fiscales. Se llamen como se llamen, parece que el punto esencial es estructural-funcionalista. Es decir ¿cómo rayos se va a organizar el Ministerio Público para enfrentar la entrada en vigor del nuevo sistema de justicia penal? Tradicionalmente, las procuradurías se estructuraban con áreas de averiguaciones previas, procesos penales, policía investigadora y servicios periciales. Con no poca frecuencia, la comunicación entre todas ellas era formalizada, o sea, se enviaban oficios y no se buscaban para hablar cara a cara. A pesar de los numerosos esfuerzos por romper esta dinámica, no todos los intentos fueron exitosos o carecieron de constancia. La obsesión formalista que culminaba en la transformación del dolor humano en documentos que integren la averiguación previa primero y el proceso penal después, despojaba, en muchas ocasiones, de sentido común a las pretensiones punitivas del estado. Por otro lado, la narrativa oficial fijada en las indagatorias, independientemente de las pesadillas de sintaxis y ortografía, no siempre se correspondía con las narraciones de las víctimas y los probables delincuentes. Y sin haber resuelto estas cuestiones nos viene encima el dichoso nuevo sistema penal. Hay quien lo presenta como la panacea a los problemas de justicia y seguridad pública. Hay quien se resiste a echarlo a andar. Y por supuesto, hay quien lo critica aduciendo que es una intromisión del derecho anglo-sajón. La realidad es que allí está la reforma constitucional de 2008 que lo establece en forma obligatoria y también los derechos humanos que el Estado Mexicano se obliga a respetar en distintas convenciones internacionales. Y lo más importante, no creo que nadie esté satisfecho con el desempeño actual de las instituciones de justicia en el país. A menos que se trate de políticos ciegos y convenencieros. Pero de esos no hay en Sinaloa ¿verdad paisano? Con estas complejidades, ahora nos presentan una idea que ya se había rechazado cuando se introdujo originalmente. Y con ello se activan las visiones reduccionistas que nos pretenden engañar al decirnos que el mero cambio de nomenclatura es prueba de la modernización de las instituciones. Para endulzar la propuesta le agregan el tema de la autonomía del Ministerio Público. Y usted amigo ya sabe lo que opino yo de ello. ¿Qué ya ni se acuerda de mí? Está bien pues, estoy a favor, pero en sentido amplio y con controles oficiales y ciudadanos. Si hacemos de la discusión un debate de títulos, nos quedamos a nivel anecdótico, como en el caso de la SIEDO, digo SEIDO. Ya lo dijo Martin Riggs en Arma Mortal 2 “…tú Adolf, Eidolf, cualquiera que sea tu puto nombre”.

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