Friday, January 31, 2014

 

… en Sinaloa









56 de cada 100 mujeres de 15 años y más han padecido algún incidente de violencia, ya sea por parte de su pareja o de cualquier otra persona. De las mujeres que tienen o han tenido pareja, 42% han experimentado, al menos, un incidente de violencia a lo largo de su relación. El porcentaje de mujeres violentadas por su pareja es más alto entre aquellas que trabajan.

Esta información fue proporcionada el pasado 25 de noviembre por el INEGI en un boletín de prensa con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Además, en su sede en Aguascalientes organizó un ciclo de conferencias durante el cual tuve la oportunidad de escuchar a Marcela Eternod, Secretaria Ejecutiva del Instituto Nacional de las Mujeres, quien tomando en cuenta lo expuesto por Jackson Katz (http://www.ted.com/talks/jackson_katz_violence_against_women_it_s_a_men_s_issue.html), afirma que la violencia de género no es cuestión de mujeres, es cuestión de hombres.

Para Katz llamar a violencia de género un asunto de mujeres es parte del propio problema. De inicio, esa denominación da a los hombres una excusa para ignorar el tema, pues al equipararlo a “cosas de mujeres” deja de entrar en su esfera de atención. Como si la palabra género sólo se refiriera a femenino. Como si los hombres no tuviéramos género.

Parece que esta ausencia es clave en la manera en que los sistemas dominantes se generan y reproducen, pues el poder y privilegios que derivan de él le da al grupo la habilidad para no examinarse, para exentarse de la autocrítica, para evitar la introspección. De forma tal que se invisibilizan en los discursos que tiene que ver con la violencia contra las mujeres.

Katz admite la influencia de la lingüista Julia Penelope cuando expone los esquemas mentales del lenguaje que empleamos para desaparecer al hombre del centro de la violencia familiar. Inicia por la descripción básica de una agresión, “Juan le pega a María” y pasa a la voz pasiva, “María fue golpeada por Juan”, para terminar en “María fue golpeada”, con lo cual Juan ni siquiera aparece ya en la oración.

Las anteriores oraciones concluyen definiendo la cualidad de María, “María es una mujer golpeada”. Y esta pasa a ser su identidad. De aquí, el siguiente paso es asignarles alguna clase de responsabilidad en el hecho: ¿por qué estas mujeres salen con estos hombres?, ¿por qué son atraídas por estos hombres?, ¿por qué regresan con ellos?, ¿por qué se visten así? En cualquier caso estamos culpando a la víctima por haber sido agredida.

Tal vez todo ocurra de manera inconsciente, pero el caso es que terminamos haciendo preguntas sobre las mujeres, sobre María, cuando en realidad deberíamos estar preguntándonos por Juan. ¿Por qué Juan le pegó a María?, ¿por qué tantos hombres abusan física y emocionalmente de sus parejas?, ¿por qué hay hombres que agreden sexualmente a niñas y niños?, ¿por qué los hombres violan a las mujeres?

Ubicar en el núcleo de la discusión la violencia de los hombres ayuda a hacerla visible y establece que es parte fundamental del problema. Pero claro, esto es insuficiente. Se necesita tomar acción. Y no por parte de las mujeres, que han hecho ya un gran esfuerzo. Es necesario que los hombres intervengamos para detener la cultura dominante que genera, tolera y encubre las agresiones contra las mujeres.

No se trata de integrar cuerpos de patrullaje para interrumpir y someter a quien golpea a su pareja, nada tan dramático. Más bien el enfoque debe ser un compromiso permanente para alzar la voz cuando nos encontramos frente a una situación en la que se discrimina a una mujer. Incluso cuando no está presente ninguna.

No me digas paisano que nunca has dicho o escuchado chistes que se burlan de las mujeres. Y seguro que muchas veces soltaste la risa o bien te quedaste sin decir nada a pesar de que pensaste que era grosero. Eso es lo que hay que cambiar. Los hombres debemos dejar de celebrar o tolerar los actos de agresión contra las mujeres, por pequeños que sean. Porque la cultura que produce hombres que golpean a las mujeres también produce hombres que agreden a otros hombres, hombres que atacan a niñas, hombres que afectan a niños, niños que violan a niñas.

¿Dices paisano que en Sinaloa eso no pasa? En Sinaloa 56 de cada 100 mujeres de 15 años y más han padecido algún incidente de violencia, ya sea por parte de su pareja o de cualquier otra persona. De las mujeres que tienen o han tenido pareja, 42% han experimentado, al menos, un incidente de violencia a lo largo de su relación.

Ya estuvo bueno ¿no?

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