Friday, October 04, 2013

 

Los números de la inseguridad y la Guerra de las Galaxias



En los últimos días el INEGI ha dado a conocer los resultados de un par de encuestas relacionadas con las actitudes y opiniones que generaron en 2012 y 2013 los temas de seguridad: la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2013 (ENVIPE) y la Encuesta Nacional sobre Seguridad Pública Urbana de septiembre de 2013(ENSU).

Ambos instrumentos generaron información a nivel nacional y por entidad federativa sobre el desempeño de las autoridades, sensación de inseguridad por temor al delito, expectativa social sobre tendencias criminales, cambio de rutinas cotidianas por temor a ser víctima, percepción del desempeño de las autoridades y atestiguación de conductas antisociales.

La ENVIPE arrojó, entre sus resultados principales, que la cifra negra de la criminalidad, es decir, aquellos crímenes que se ejecutan pero no se denuncian, alcanzó durante 2012 un 92% del total de delitos cometidos, que significa una cifra similar a la registrada en los dos años anteriores. Las principales razones para no presentar una denuncia fueron que se considera una pérdida de tiempo, además de la falta de confianza en las autoridades. En nada ayuda que más de la mitad de los encuestados que sí presentaron denuncia manifestaron que no pasó nada o que no se resolvió nada.

Por otro lado, la percepción de inseguridad entre marzo y abril de 2013 entre las personas de 18 años y más, fue del 72%, lo que representa un incremento respecto de 2011 y 2012. Frente a este resultado, no es de extrañarnos que también se haya detectado un incremento en la tasa de delitos, que para 2012 fue  calculada en 35 por cada cien mil habitantes. Según el INEGI, el aumento se debe a que se registraron mayores cantidades de robos en la vía o transporte públicos, extorsiones y robos de vehículo.

Sinaloa no fue la excepción. La tasa de víctimas en el estado por cada cien mil habitantes pasó de 23.8 en 2011 a 26.1 durante 2012; mientras que la tasa de delitos por cada cien mil habitantes aumentó de 29.8 a 33.2 en el mismo periodo; aunque ambas tasas se mantienen por debajo de la nacional. En cambio, el porcentaje de personas mayores de edad que percibieron a Sinaloa como estado inseguro alcanza por segundo año consecutivo el 77%, cinco puntos por encima de la media nacional.

Por su parte, la ENSU consigna que, a nivel nacional, las personas mayores de edad que residen en las capitales o ciudades seleccionadas, en los últimos tres meses han visto o escuchado situaciones como consumo de alcohol en las calles (71%), robos o asaltos (66%) o vandalismo (56%). Y la expectativa que tienen sobre las condiciones de la seguridad pública para los próximos meses es que seguirá mal (37%) o empeorará (24%).

De acuerdo con este instrumento, el 64.5% de los encuestados modificó, en los últimos tres meses, el hábito de llevar cosas de valor, mientras que el 50% dejó de caminar por los alrededores de su vivienda después de las ocho de la noche y muy cercano a este valor, el 48.5% manifestó que ya no permiten que sus hijos menores de edad salgan de su casa. La percepción respecto del desempeño de las policías estatales y municipales es que son poco efectivas (39%) o bien, nada efectivas (27.5%).

En otras palabras paisano, más clarito y sin que tengas que sacar la calculadora, ¿recuerdas el diálogo entre Han Solo y Luke en “El Regreso del Yedi” cuando lo descongelan y capturan a Skywalker? Pregunta Solo “¿cómo vamos?” Y responde Luke “igual que siempre” a lo que Han atina a decir “¿Tan mal?”. Así estamos, igual que siempre, igual de mal.

La idea general que muchos mexicanos tenemos es que los niveles delictivos siguen siendo altos, con tendencia a incrementarse. En consecuencia pensamos que hay muchas víctimas y que las autoridades no hacen nada o no hacen lo suficiente. Y las cifras dadas a conocer por el INEGI parece que lo confirman.

Dice la ENVIPE que el costo del delito en México durante 2012 se calculó en 215 mil millones de pesos, lo que representa el 1.34% del Producto Interno Bruto del país. Esto es cierto pero no es suficiente. Existen otros impactos no calculables en números. El costo del delito también es la enorme desconfianza social en las autoridades, la corrupción imparable en corporaciones, agencias y tribunales, el dolor de cada una de las víctimas, la destrucción, alteración o lesión del tejido social, la indiferencia hacia las tragedias ajenas, la infame “cultura del narco” y, por supuesto, la asfixiante, la desesperante impunidad.

¿O a ti el delito no te cuesta nada paisano?

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La Corte y los derechos humanos

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En una serie de sesiones llevadas a cabo entre fines de agosto y principios de septiembre del presente año, que continuaban un debate iniciado en marzo de 2012, el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) resolvió la contradicción de tesis 293/2011, por criterios divergentes entre el Primer Tribunal Colegiado en materia administrativa y de trabajo del circuito XI y el Séptimo Tribunal Colegiado en materia civil del circuito I.

El debate consistió en establecer si los convenios internacionales sobre derechos humanos que México ha suscrito, tienen la misma jerarquía que la Constitución, o no. En otras palabras, como afirmó la ministra Olga Sánchez Cordero, se trata de determinar cuál es el nivel de los derechos humanos en los tratados internacionales. ¿Están al nivel de la Constitución o son inferiores por provenir del derecho internacional? Y ya desde la sesión del 26 de agosto, el ministro Sergio Valls Hernández apuntaba una segunda cuestión vinculada a la anterior, el valor de la jurisprudencia emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Para valorar en forma correcta estas opiniones, debemos recordar que el artículo 1° de la Constitución fue reformado en el mes de junio de 2011 para establecer que, en nuestro país, toda persona gozará de los derechos humanos reconocidos en la propia constitución así como en los tratados internacionales suscritos por México.  A partir de esta modificación se produce una especie de “constitucionalización” de los derechos humanos de fuente internacional, por lo cual, se puede argumentar que existe un solo catálogo de derechos fundamentales de jerarquía constitucional, aquellos que derivan de la propia carta magna y aquellos que provienen del derecho internacional.

Sobre este punto, el ministro Valls afirmó: “…los derechos humanos con independencia de su fuente, constituyen un parámetro de control de regularidad constitucional, y no se trata, –desde mi punto de vista– de ninguna manera, de que la Constitución quede por debajo de otros instrumentos normativos, sino que es la propia norma fundamental la que fija la directriz para mayor eficacia de los derechos humanos, estableciendo por un lado, que éstos son tanto los reconocidos en la misma Constitución como en los tratados internacionales de derechos humanos…”.

Por su parte, el ministro ponente, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, agrega que entre los derechos humanos de origen constitucional y los derechos humanos con fuente en los convenios internacionales no hay conflicto de jerarquía, sino igualdad de validez, ya que sostener lo contrario nos llevaría a concluir que existen derechos fundamentales de primera y de segunda categorías.

Pero fue en este tema de la jerarquía que se trabó un aspecto fundamental del debate entre los integrantes de la SCJN. El ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo sostuvo que el propio artículo 1° constitucional, al puntualizar que el ejercicio de los derechos humanos no puede restringirse ni suspenderse salvo en los casos y condiciones que la ley fundamental fija, implícitamente estableció el principio de supremacía de la Constitución.

Finalmente, tras cinco sesiones de importante discusión, el 3 de septiembre pasado, el pleno de la SCJN resolvió, por mayoría de diez votos, que del artículo 1º constitucional se desprende un conjunto de normas de derechos humanos, de fuente tanto constitucional como de convenios internacionales, que se rigen por principios interpretativos, entre los cuales no se distingue la fuente de la que derivan dichos derechos.

La mayoría de los ministros determinó que los derechos humanos de fuente internacional, a partir de la reforma constitucional de 2011, tienen la misma eficacia normativa que los previstos en la Constitución, es decir, se les reconoce el mismo rango constitucional. Pero también se resolvió que cuando haya una restricción expresa en la Constitución al ejercicio de los derechos humanos, se deberá estar a lo que indica la norma constitucional.

Por último, el Tribunal estableció que toda la jurisprudencia de la Corte Interamericana, incluyendo aquella en los casos de litigios en los que México no fue parte, resulta obligatoria para los jueces mexicanos, siempre que sea más favorable a la persona.

Para muchos miembros de organismos civiles de derechos humanos la decisión de la SCJN fue insuficiente pues, estiman, se quedó corta al mantener las restricciones constitucionales a las prerrogativas fundamentales. No obstante, el indudable avance que significa la ampliación del catálogo de facultades esenciales del ser humano, es suficiente para ser destacado como una postura de avanzada de la Corte.

Ahora paisano, a esperar que esto lo asimilen y cumplan todas las autoridades del país. Tienes razón, vamos a esperar sentados.

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¿En serio somos iguales?




Oye paisano, si te preguntaran quién fue la primer mujer de Adán, de seguro responderías que fue Eva, porque eso es lo que dice la Biblia. Pero qué dirías si supieras que hay una tradición rabínica que habla de una compañera anterior llamada Lilith, creada de la misma manera que él y en todos sentidos su igual. Pero ellos no fueron felices para siempre, ya que Adán deseaba copular yaciendo encima de ella, lo cual disgustaba a Lilith, quien le reclamaba preguntando "¿por qué he de acostarme debajo de ti si yo también fui hecha de polvo? por lo tanto soy tu igual". Cuando Adán la quiso obligar Lilith enfurecida dijo el nombre mágico de Dios, se elevó por los aires y lo abandonó. Creo que después de semejante alboroto, a Yahvé no le quedó más remedio que darle al primer hombre otra pareja y esta vez, para que no quedara lugar a duda en las jerarquías, la materia prima para hacerla fue una costilla del propio Adán.
Esta es una historia muy interesante y habrá quien quiera dejarla en mera anécdota, pero encierra una verdad que no podemos ocultar: de una y mil maneras, los hombres hemos buscado justificar una aparente superioridad frente a las mujeres. Tal vez lo hicimos por comodidad, para no tener que pasarnos los días en las cuevas cuidando a los bebés cavernícolas, o por flojera para evitar las arduas labores agrícolas, porque aquello que verdaderamente disfrutábamos era salir de caza y tal vez, al mismo tiempo, salir de casa.
                                         
O es posible que, actuando como verdaderos cavernícolas, hayamos empleado la fuerza, la amenaza, la violencia. Claro que sería injusto juzgar a nuestros antepasados bajo una visión "moderna", colocándonos a la distancia en una posición de aparente jerarquía moral. Pero lo cierto es que, de una manera o de otra, construimos historias, leyes e instituciones para perpetuar el discurso de la superioridad varonil.
Y si no me crees, aquí te van algunos ejemplos. ¿Cuántas veces no te has desesperado acompañando a tu esposa, novia o amiga mientras compra zapatos? Más de una, lo sé, yo también he estado ahí. No hace mucho, en las interminables cadenas de correos electrónicos que Don Oscar González Lara envía a sus conocidos, encontré una gráfica que, según sus autores, reflejaba la trayectoria recorrida por hombres y mujeres para hacer una compra. La gráfica del varón dibujaba una sola línea entre su llegada al centro comercial y el acceso al negocio donde encuentra lo que busca, por el contrario, la gráfica de la mujer dibujaba una sola línea hasta la entrada a la plaza, pero de ahí en adelante se convertía en una madeja de hilos que recorrían y se enredaban en cada tienda de Forum. Menuda broma. Claro que muchos antropólogos nos dirían que las habilidades para escoger, seleccionar y discriminar de las mujeres, están relacionadas con el importante papel que tuvieron en el desarrollo de la agricultura, en particular al diferenciar las semillas buenas de las malas.
Por otro lado, encontramos los "inocuos" chistes. Le atribuyen a George Bernard Shaw el haber dicho que las mujeres eran seres de cabellos largos e ideas cortas; a lo cual las mujeres podrán responder preguntando ¿en qué se parecen los hombres a los espermatozoides? en que de cada diez mil, sólo uno sirve. Como dijo Alan Moore a través de Rorschach en Watchmen: "Todos ríen. Suena el tambor. Cortinas."

Más allá de cualquier trivialización cómica, el problema es preocupantemente real. Mujeres y hombres no somos iguales. Y no me refiero a las obvias diferencias fisiológicas o psicológicas, sino a las maneras inequitativas que hemos construido para que el ejercicio de los derechos de la mujer se dificulte en comparación con las prerrogativas de los varones. Sí paisano, no te hagas, por mucho que recitemos o repitamos el concepto de igualdad, hombres y mujeres no hemos terminado de ser iguales. Y es que ser iguales, a lo mejor lastima nuestro orgullo. O tal vez sea que los hombres colocamos el orgullo entre nuestras piernas. No lo .

El caso es que si consideras a las mujeres como personas que no pueden o no deben realizar algún tipo de tareas o piensas que deben vestir en cierta forma o crees que no deberían leer algunos libros o ver una clase de películas, pues bien, entonces estás actuando como si fueras superior y te correspondiera censurar las actividades de otro ser humano.

Convivir con otra persona nunca es sencillo porque el interactuar nos interpela a cada paso. En particular, enfrentarnos a visiones femeninas nos obliga a replantearnos quiénes somos y cómo actuamos. No hace mucho, mi hija decidió que el deporte de su preferencia eran las “porras”. No son las tradicionales que conocemos, de pompones y gritos de apoyo a un equipo, o sea, no son las “vaqueritas” de Dallas (único aspecto en el que superan a los acereros). Más bien se trata de verdaderas atletas de capacidades gimnásticas sorprendentes. Y sin embargo, sus profesores de educación física y sus compañeros les insistían en que no es un verdadero deporte como el fútbol. Al finalizar el ciclo, el equipo femenil de porras se coronó como campeonas nacionales en su categoría, mientras que el equipo de fútbol varonil pasó sin pena ni gloria.

No cabe duda, todavía nos hace falta mucho ¿verdad paisanas?

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